domingo, 27 de noviembre de 2011

Rituales

Caer.
Bajar poco a poco
hasta precipitarme y tocar fondo.
Sólo para después volver arriba.
Recomponerme.
Creer que algo ha cambiado.
Que he aprendido algo.
Y comenzar de nuevo a caer.
Siempre igual.
Salvo por que cada año que pasa
el fondo duele un poquito más.
Y es un poquito más inexplicable.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Mi corazón alberga intrusos contra su voluntad.
La de los intrusos, pues están allí por decisión mía.
Uno vive en mí porque me enamoro de quien huye de mí.
Viejas costumbres.
Otro, porque no sé si existe o no,
porque le quiero, odio y necesito tanto
que creo que sólo podré dejarle ir cuando se muera.

Me engaño:
su muerte, más que probable y cercana,
la muerte que me aterrorizó durante años
y que hoy espero casi impaciente,
no lo hará irse. Eso es seguro.
Supongo que simplemente hará que sea más poderoso.

domingo, 18 de septiembre de 2011

He perdido un pedazo de madera
y siento su vacío

Me trenzo el pelo
me acaricio
pero sigo necesitando
más violines
una orquesta entera

Mis ojos escuecen
por la falta de aire
y de arena
Los cierro e imagino
escenas delirantes, obscenas
Los abro: decepción

No puedo jugar al limbo
si el listón está pegado al techo

No debo regalarme a todos
aunque quiera
Mi cuerpo también me necesita
He atisbado como es amarme
lo que me hace sentir
y quiero más

Pero es difícil. Soy difícil:
contradicción
insatisfacción
frustración
rabia
miedo

Agujeros enormes
cubiertos con fino tul:
disposición
amabilidad
responsabilidad
puntualidad
represión del vacío

Libertad sujeta por cintas
verdes de raso
que cortan como alambres

Sólo pido tiempo,
tiempo mío,
para mí
Y, a lo mejor, una canción

miércoles, 27 de abril de 2011

Puedes herirme cuanto te plazca. Probablemente pensaré que algo habré hecho mal.

martes, 19 de abril de 2011

Recuerdo perfectamente la ropa que llevaba el día que conocí a E. En realidad le había visto antes, pero aquel día fue la primera vez que quedamos. La verdad es que quedaron por nosotros, pero no quiero perder el hilo, así que:
Recuerdo perfectamente la ropa que llevaba el día que conocí a E. Unos pantalones ajustados de color verde lima -es raro, yo tenía 14 años y jamás llevaba nada ajustado, o que llamara la atención- y una camiseta prestada. Me la dejó una buena amiga y era amarilla, con una flor muy grande bordada en el pecho. Todavía la guardo -nunca se la devolví, claro- y jamás volví a usarla. Hice con ella lo que se hace con los vestidos de novia, convertirla en un símbolo de lo que pudo ser.
Recuerdo que primero estuvimos en un bar, y que era cutre. Uno de esos bares españoles que no son bares de verdad, ni cafeterías, sino lugares fríos y feos con colillas, palillos y servilletas en el suelo. Me acuerdo con detalle de cómo eran las mesas, de dónde estuvimos sentados, de la escalera por la que se bajaba al baño... pero ni aunque me amenazaran de muerte sería capaz de recordar qué bar es o dónde estaba.
Mi memoria es peculiar, selectiva, personal -no de mi persona, está claro, porque si no recordaría dónde está ese bar-, pero su finalidad nunca es protegerme.
No, los detalles que he olvidado de esa tarde son muchos -de hecho, casi no recuerdo nada de la conversación-, pero todos los que se han quedado acompañándome durante estos años duelen, así que claramente mi memoria no me defiende de nada.
Había cuatro personas sentadas en aquella mesa y supongo que estaríamos allí un buen rato, porque se hizo de noche, pero conservo sólo dos momentos de aquello en mi olvidadizo cerebro. Los dos protagonizados por él. E me aconsejó que no utilizara lentillas, las gafas me quedaban bien y a él le gustaban. Seguramente diría algo así como que las lentillas son una puta mierda. Cuando yo me fui al baño, dijo, literalmente, que yo estaba buena. ¿He mencionado ya que yo tenía 14 años? No sé cuántos tendría él, calculo que unos 40.
Después recuerdo que fuimos a su casa. No puedo encontrar en mi cabecita cómo fuimos, ni dónde está, cómo era esa casa o lo que allí se habló. Sólo el atisbo de una puerta abierta y una sala pequeña. Y otros dos momentos. Suyos, también. E me preguntó si me importaba que se fumaran un porro. Yo dije que no. Hubiera estado bien que, ya puestos, lo hubieran compartido conmigo, pero con los adultos ya se sabe. Al despedirnos, E me abrazó.

Tuve otros dos encuentros con E después de aquél. Intentaré recordarlos.

sábado, 16 de abril de 2011

Y tanto miedo, y tantas ganas.
Y tanta inspiración perdida, sin origen ni futuro.
Cómo me gustaría que no me importara si soy gorda o flaca, hija o madre, ciega o vidente, sabia o ignorante. Que no me importara si te gusto o no.
Me queda tanto por leer y leo tanta mierda, que en ocasiones siento cómo mis días se mueren sintiéndose desperdiciados.
Pero lo que de verdad me queda tanto por, y a toneladas, es vivir.
Y me empecino, me obceco, me empeño en toparme contra los putos tópicos, los puñeteros moldes que alguien construyó para mí siglos atrás.
Y sueño, sueño sin parar. Dormida, despierta o sonámbula, sueño con que vivo.
Y escribo, mucho, constantemente, y me jode no escribir bien.
Y alguna vez, algún día, entre el aburrimiento, la rutina, el salir y el entrar, el dolor, la pérdida, la decepción, los lastres y el pavor, resulta que hay un amigo, un beso, un poema, unos acordes, un rayo de sol, un atisbo de la belleza.
Y bueno, pues lo vivo.
Y ya está.
Aquí estoy, perdida, enredada en un laberinto interminable de porqués, paraqués y voces ajenas.
Por fin comprendo a quienes entregan voluntariamente cuerpo y alma, lucidez y salud, tan sólo por un poquito de silencio.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Creía ser una persona nocturna
Pero ahora...
Ahora, me alimento de luz
La busco, la bebo, la extraño
La necesito
Porque si no...
Por la noche, sueño despierta
amores imposibles
Al atardecer,
temo las sombras que se crean
en las esquinas de mi casa
Yo,
que nunca he temido a ladrones o espíritus
miro hacia atrás y evito los espejos
En días nublados, lloro
echo de menos lo que nunca tendré
me castigo por lo que hasta ahora he aprendido

Me enseñaste a no temer
los monstruos agazapados bajo mi cama
y me hice su compañera
Pero soy hija de la luz
y a ella vuelvo

jueves, 3 de marzo de 2011

Tanto tiempo alimentándome
de tu cadena umbilical que
cuando alguien me ha amado lo suficiente
como para regalarme la libertad
no sé qué coño hacer con ella

martes, 1 de marzo de 2011

Encuentro tesoros en bolsillos recién lavados.

viernes, 25 de febrero de 2011

¿El deporte más popular entre los seres humanos? El autoengaño.
Odio cuando me uno a ellos.

viernes, 11 de febrero de 2011

A paso de tortuga, voy desentrañando lo que realmente quiero.
Muy muy lentamente.
El problema es que cada paso que doy hacia ello me aleja un poco más de lo que creía ser.
Eso duele.
Y me temo que está volviéndome un poco cínica.

viernes, 4 de febrero de 2011

"[...] nacemos en un mundo viejo. Lleno de cosas hechas por nuestros padres. Y por los padres de los padres de nuestros padres.
Nacemos en una bodega de vejestorios. De palabras viejas. De oraciones hechas. De costumbres hechas. De formas de vivir ya vividas."

"[...] un humano estándar vive separado por su pensamiento de las cosas naturales, incluso de su propio cuerpo, y como nada puede ser feliz si no es en su cuerpo real, el ser humano no es feliz."

"Ver, oír, tocar, oler, saber con la lengua: ésa es la felicidad. [...] Sí, la felicidad más sencilla, y más feliz, es sentir con los sentidos. Pensar con los ojos y la piel y la lengua y las narices y el oído."

La mujer que buceó dentro del corazón del mundo
Sabina Berman

Quizás el verdadero problema es la "normalidad" (y la herencia que la trae a nosotros). Quizás si no dedicáramos cada segundo de nuestra existencia a encajar, a convertirnos en lo que otros creen que debemos ser, a intentar desesperadamente que nos quieran como sea, que nos acepten aun a costa de todo... A lo mejor la felicidad dejaría de ser un ansia, quizás podríamos sencillamente tocarla.

sábado, 29 de enero de 2011

Sólo soñaba con desaparecer
ser alguien distinto
nada que esconder
no tener tanta prisa por crecer
Christina Rosenvinge


No te llevó mucho tiempo construirme por completo.
Sin embargo, parece que voy a tardar toda la vida en destruirme.
Si lo consigo.

jueves, 13 de enero de 2011

Dependo del viento
del agua
del sol
Me vendo a menudo
A veces me vuelvo a comprar
Me desprecio
me cuido
me disecciono
Incapaz de tomar decisión alguna
me quedo quieta
Observo atentamente
el discurrir de mis días
Me ato
me rebelo
escapo
Sumisa
vuelvo al redil
Me emociono
me enfado
me vuelvo loca
Trabajo
miro la televisión
leo
duermo
Su voz
un cambio
un plan frustrado
me hunden
La nieve
escribir
el futuro
la paternidad
me humedecen la mirada

Así es mi vida
nunca pasa nada