miércoles, 20 de julio de 2016

Yo soy el centro de nuestras vidas
un instrumento imprescindible
―más peso que privilegio―
Madre siempre lo ha dicho
que la mujer es el corazón de la familia
El hogar en el hogar
Yo la contradecía
y ahora...

Alrededor de mí orbitáis
todos vosotros
Me necesitáis tanto
y a tantos niveles
que nunca ceso
nunca me recojo

Esto es otra clase de amor
grande, telúrico, invencible
Se expande con ramas y raíces
que se enredan en mis brazos y mis pies
Me atrapan, tiran de mí
Me cuesta caminar, moverme

Pesa
todo pesa

Impotente
siento crecer la amargura
Esa que he visto tantas veces
en otras tantas mujeres
atrapadas, cercadas, ocupadas
en todo menos en ellas


viernes, 1 de julio de 2016

Con arena en los ojos
subo la música
y conduzco hacia casa
Con sueño,
con euforia,
sin prisa
y con restos de enfado y de culpa
Dejo atrás el cielo nocturno
de Madrid en verano
preñado de luz
Lo extraño
La mirada puesta en la carretera,
camino del frescor de la noche
Me ha sabido a poco
Cuando llega el verano
todo se hace insuficiente
Y nombro, recito, compongo
Siempre estoy escribiendo,
salvo cuando trabajo
y cuando me siento a escribir
Veo poesía en todas partes:
en las líneas de la carretera,
en el aire que agita mi pelo
a través de la ventanilla,
en las posibilidades de las que me alejo,
en el hogar al que vuelvo,
en el dolor
y el placer
y la inquietud,
en la culpa
y en el deseo
La veo, la poesía,
y la creo
Tejo palabras
que conjugan las sensaciones
que intentan expresar mis contradicciones
que sacan a la luz las oscuridades
¡Qué pena ―pienso,
mientras temo quedarme dormida antes de llegar
y juego con la idea de qué sería del mundo sin mí―
que siempre se desvanezca tanta belleza!
¡Qué pena que al sentarme a escribir
toda esa poesía desaparezca
y queden solo palabras!

Quizás debería viajar con una grabadora