Mi cuerpo flaquea

la lucidez aflora:

Precisamente porque te quiero

―sí, te quiero―

espero que te vayas

lejos

A veces pienso

que podría ser

lo mejor que te pasara en la vida

Pero ¿sabes?

Yo ya encontré lo mejor que podría ocurrirme

No sé si demasiado pronto

pero inequívoco

Así que solo me queda

desearte

que tu viaje sea magnífico

y decir

adiós

Lo que tus manos tocan, lo convierten en risa

lo que acarician las mías,

melancolía

Entrega, abandono.

Apagar el pensamiento

―¿¡cómo!?―.

Rendición, caída.

Desnudarse del todo.

Dejarse acariciar por dentro

donde no hay carne

ni barreras.

Ser vulnerable

por completo.

Capitular.

Ceder.

Desaparecer.

Despertar.

Ayer me convertí,

de nuevo,

en el lucero vespertino.

Un fogonazo de luz negra,

un recuerdo,

tan ajeno, lejano y pasado,

y vuelven a brillar las púas,

las cuchillas.

Me elevo y floto

en esa soledad doliente,

antigua, oscura.

Desde lo alto

lo busco

entre imágenes quietas.

¿Queda algo de mí

con él en aquel día?

Quizás esa parte que me falta

se la llevara él,

inadvertido.

¿Le dejé, intoxicada,

robarme lo que ahora necesito?

Yo sé que existo

porque tú me imaginas [...]

«Muerte en el olvido»

Ángel González

Quiero que sepas

que te sueño

te imagino,

te construyo.

Que estás vivo en mí.

Quiero que sepas

que te pienso tal cual eres:

bello, claro,

bondadoso.

Y conozco

tus temores

y tu oscuridad.

Quiero decirte

que te creo perfecto

en tus formas y en tu abismo.

Tranquilo,

no será por mí

que desaparezcas en el olvido.

Donde las haya, tenaz

mujer de cartas boca arriba

siempre dispuesta a entregar

antes que sus armas su vida.

Mujer hecha de algodón,

de seda, de hierro puro [...]

Antonio Vega, Seda y hierro

Soy de tierra y palabras

Mitad ira, mitad devoción

Cristal protegido por hierro labrado

Realidad y ficción en lucha

Un animal salvaje tan domesticado

que ya no recuerda cómo cazar

Delicada, suave, efímera

Fuerte, indómita, perenne

Deseo ser conocida

descubierta

valorada

amada, al fin, por mis sombras

no por mis luces, tan amables

Quiero ejercitar mis ímpetus

dejar saltar las cadenas

volar, correr, nadar,

revolcarme en barro fresco

Recibir mimosas justo antes de la primavera

Esperar la lluvia y su olor sentada en una vereda

Anhelo bastarme

tener talento para expresarme

callar mi mente con orgasmos

dejarme alimentar

Aventurarme por fin

[dondequiera que sea]

Perder de una vez el miedo

Te niegas a admitir que estamos en guerra

Mientras tanto,

las bajas siguen sucediéndose

Nunca he tenido unos zapatos rojos, ¿sabes?

Tan femeninos...

Pero es que yo no soy esa clase de mujer

estaría bien que de una vez lo asumieras

Caemos en un tópico detrás de otro

como trampas para conejos

esparcidas por nuestras habitaciones

Mi furia y mi ira se te hacen insoportables

mis cambios de humor

mis lágrimas

mis continuas exigencias

Normal

Y es mi papel cuidar

del niño

del huerto

del gato

de ti

Pero es que no sé si soy esa clase de mujer

estaría bien que de una vez lo asumiera

Al límite de mis fuerzas,

el aire que mueven tus pestañas

basta para derribarme.

¿Y si retomo un poco de mí,

ahora que tú no estás escuchando?

Aunque no sabes que escribo para ti,

de todas formas,

para esa imagen de ti que he creado.

Alguien me ha dicho que puede decirme quién soy,

el porqué de mí,

mi diseño.

Y yo lo creo:

tiene que haber una explicación,

un mapa,

un libro de instrucciones.

No puedo ser tan banal,

tan inconsistente,

tan incapaz.

Así que vale,

soy única,

soy diferente,

especial.

Te creo.

Pero ¿me darás la clave?

¿Me dirás qué hacer, qué camino tomar?

O mejor, ¿lo tomarás por mí?

Así el dolor de la indecisión cederá, ¿verdad?

Y el miedo no tendrá lugar, ¿no es así?

Y no tendré que construir nada,

ni arrepentirme,

ni vivir.

Epigrama de la cobardía

Lo hecho no puede deshacerse.

Lo que está por hacer siempre se puede llevar a cabo en el futuro.