martes, 27 de julio de 2010

Miradme,
he dado un paso.

Y ahora mis manos están vacías.

Mis pies, suspendidos en el aire,
se sitúan en el centro exacto de un salto suicida
hacia dentro.

Mis ojos evitan el vértigo
de mirar hacia abajo, adelante o atrás.

Mi corazón, por su parte,
sólo quiere viajar lejos,
cruzar el mar:
mi lengua desea profundamente
saborear toda esa sal.

Y entre tanto,
cada uno de los poros de mi piel
despierta
al arrullo de los rayos del sol.

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